Marioneta


Marioneta




No sé qué día es. No me preocupa. No me importa...

Me he despertado sin alma, con el cuerpo aún atrapado en algún rincón frío del sueño. Demasiado pronto, demasiado cansado. Por mí, me habría quedado inmóvil, fundido con las sábanas, pero a él eso no le interesa...

No importa si mis párpados sangran de agotamiento, si mi mente colapsa suplicando silencio, si mis nervios se apagan uno a uno o si mis pies convierten cada paso en hielo y dolor. Da igual. A mí no me gusta esto. Las ideas caen sobre mí como bombas en un campo de batalla abandonado. Algunas disfrazadas de soluciones... otras, auténticos pensamientos de muerte. Pero al final no importa. Por mucho que lo piense... no lo haré.
No porque no quiera.
Sino porque él no me deja...

¿Qué sentido tiene intentarlo?

Desde hace tiempo no soy dueño de mí mismo. O tal vez... nunca lo fui. Solo que ahora lo sé. Por más que intente arrancar estas cuerdas que me atan, solo logran apretarse más, asfixiarme más. Me fuerzan a moverme, a actuar, a fingir alegría, a dar espectáculo. A entretener.

Él no me deja salir...
No hablo de salir a la calle. Hablo de salir de mí. De huir de este cuerpo, de este encierro. Solo ríe desde algún rincón. A veces desde la ventana. A veces desde el techo. A veces... desde dentro. Sus cuencas vacías me atraviesan.

¿Cómo es que los cadáveres se ríen?
¿Cómo es que yo puedo reír?
¿O por qué él me hace reír?

Miro alrededor y ruego con la mirada. Pero nadie entiende. Nadie ve. Nadie siente los hilos en su espalda. O quizás también los tienen... y lo han aceptado.
Yo ya no puedo intentar nada más. Él mueve las cuerdas. Él decide...

Solo me queda esto: escribir.
Es mi única grieta en el muro. El único momento en que él parece dormido, en que mis brazos dejan de tensarse. Aquí puedo moverlos, como si fueran míos. Pero incluso así, él me observa. Desde la ventana. Desde la puerta. Desde mi sombra.

No puedo con esto.
No quiero seguir.
Y él…
sigue mirando...

Comentarios

Entradas populares