Una simple mirada

 


 

Se está escondiendo el sol, me pongo mi nuevo chandal Adidas con mis zapatillas preferidas. Hace fresquete, por lo que decido dejarme la parte de arriba. Salgo a la calle, pongo en funcionamiento el cronómetro y empiezo a correr.

Empiezo con un trote tranquilo, hace mucho que no corría y después de estas fiestas navideñas, me he propuesto bajar esta fea barriguilla que asoma.

La calle está tranquila, unos chicos en la parada del bus, otros detrás fumando y yo concentrado en mi respiración. Ví en un vídeo de Youtube que era algo fundamental a la hora de correr, la respiración es la base de los mejores corredores, dominando esto, ya tengo un punto ganado.

Llego al parque, según entro, tengo que calcular rápidamente si ir hacia la izquierda o a la derecha. En realidad es lo mismo, se tardan 13 minutos más o menos en recorrer el parque entero, corriendo, claro.

Decido ir a la izquierda. Parecerá una tontería, pero mis ideales políticos ahí tomaron cartas en el asunto.

Es raro, veo poca gente, supongo que al ser un día de diario la gente estará en casita.

Corriendo y controlando la respiración, empiezo a pensar.

Recuerdo que hace unos años, cuando estaba en el instituto, estrené aquella chaquet tan chula de cuero marrón con cuello de borrego. Madre mía que horterada, pero en aquel momento me molaba mogollón.

De repente, sin previo aviso, una mirada… una simple mirada…

Intentaba recordar de quién era esa mirada, la conocía, pero no sé de quien es en concreto.

He trabajado muchos años de comercial, es fácil que seme queden cosas de la gente en mi mente, trataba con mucha gente a diario, lo que hace que con los nombres sea un desastre.

Sigo corriendo, estoy a punto de acabar mi primera vuelta, me he propuesto hacer 5 hoy, empecemos fuerte, que las agujetas que me entren tengan explicación, sino se reirán en la oficina cuando diga que tengo agujetas de haber corrido solamente una vuelta, me cuesta mentir.

De todas formas, esa mirada no se va.

¡¡¡PAMM!!!

Otra vez salta en mi mente, ahora dura quizá un segundo más, es una mirada limpia, con gafas, de una mujer con mascarilla, una simple mirada…

Empieza a preocuparme ese escalofrío que recorre mi espalda cuando ha vuelto a aparecer esa simple mirada.

Ahora voy atando cabos, puede que esa mirada fuera de algún ligue cuando la pandemia.

Es acojonante, cuando la pandemia, los feos ligabamos mogollòn, jajajaja, luego cuando nos quitábamos la máscara… OMG!!! TAPA ESO!!! jajajajajaja

Pero esta mirada es diferente…

¡¡¡PAMM!!!

Vuelve y… más que antes, ahora ha parpadeado, esto no me huele bien…

De repente, siento un golpe fuerte en el pecho, miro a mi alrededor, todo está quieto.

Me fijo en mi respiración y está acelerada, sudo mucho…

¡¡¡ZASCA!!!

Desperté…

Estoy atado… No entiendo nada

“Estoy aquí Carlos, ¿puedes oirme?”

Me habla la mirada, asiento con la cabeza…

“Ya vuelves con nosotros, todo quedó en un susto”

¿Susto? ¿De qué me habla esta chica?

“No vuelvas a tomar tantas pastillas juntas, la próxima no sé si lo contarás”

FLUP

Me viene un soplo de aire fresco, recuerdo todo, maldita sea, miro a mi alrededor y los conozco a todos, estoy en la sala de operaciones de urgencias del psiquiátrico…

El juez dijo que descuartizar al vecino y repartirlo por las papeleras del barrio, era suficiente como para encerrarme en un sitio así.

Pensé que las pastillas eran para mí, cuando las ví en el carro y la enfermera me dió la espalda, pensé, coñe, esta gente quiere que vuelva a mi adolescencia, jeje, ni me lo pensé, todas para dentro, a ver qué tal pegan estas.

Maldito vecino… No me saludó, se lo merecía.

Simplemente con haberme mirado y sonreido…

Únicamente pedía eso, una mirada, una simple mirada…



Mr. Haddock 


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