Tu mirada...
Hace poco que ha amanecido, hace fresquete. Después de un fin de semana divertidísimo, por fin solos…
La cabaña es pequeña, pero ya estamos solos, tú y yo…
Enciendo un cigarro y me tumbo junto a tí, te miro a los ojos, nunca hemos podido aguantar tanto la mirada, jeje
Le pego una calada, el humo que sobra se mete en el ojo y tengo que hacer un guiño, pero la magia sigue, tu mirada se cruza con la mía y me hace sentir hormiguillas en el estómago.
Llevo mucho tiempo detrás tuyo, nadie se ha dado cuenta porque soy bastante cuidadoso, tanto en las miradas como en los comentarios.
Aún así, cuando vamos al polideportivo a hacer educación física, me encanta ver lo bien que te quedan esos pantalones de chándal. Vistes rollo años 90, desenfadada, con una sonrisa en esa cara tan guapa que tienes.
Sentí mogollón de celos cuando me enteré que te gustaba Hugo, ¡CON LO FEO QUE ES!, cierto es que es un buen tipo y que es simpático, ¡PERO HUGO!, que llevo con él desde infantil y lo tengo como un hermano… en fin, ya todo eso pasó.
Estaba dudando cuando dijeron de ir esta Semana Santa de acampada y volvernos a juntar los de siempre. Nunca lo había hecho y sinceramente, me daba algo de “yuyu”, no tengo ni idea de montar una tienda de campaña, pero cuando me dijeron que había cabañas, dije, “BAH, ¿PORQUÉ NO?”, se lo dije a mis padres y aceptaron. Ya son 16 años, me considero responsable.
Volvernos a juntar todos, vaya lío. Desde que pasamos del cole al instituto, nos empezaron a dividir, aparecieron los novios, novias y parecía que nos íbamos separando. Pero esta iniciativa, me pareció genial, sobre todo porque estabas tú.
Sigo fumando, sé que no te gusta que fume, quizá sea una de las razones por las que no has querido nada conmigo hasta ahora, pero ya nada importa, tu mirada la he conquistado.
Siempre ha existido gente de por medio, pero sabía que un momento como este tenía que llegar, que tus ojos se clavaran en los míos y el silencio nos acompañara.
Es bonito, fuera se escuchan los pájaros, estamos en medio del bosque, arriba en la montaña, solos, quién lo hubiera dicho hace un tiempo, tú y yo solos. Digamos que he conseguido cumplir un sueño.
Mirándote a los ojos, me empieza a quemar el cigarro, me doy la vuelta y con un movimiento típico de un “cowboy”, lanzo la colilla a la chimenea y cae dentro. Todo es perfecto.
De repente se oyen gritos fuera, ¿que raro? si todo el mundo se había ido…
Se oye la voz en un megáfono que dice: “SALGA CON LAS MANOS EN ALTO”...
Me enciendo otro cigarro, te arropo y te digo, “no te muevas, voy a ver qué pasa”…
El sol da de lleno en la puerta, ya estoy vestido, puedo asomarme, no hay que temer nada, me acaban de decir que es la Guardia Civil y que esté tranquilo…
Salgo, doy una calada, lo tiro al suelo, lo piso y levanto las manos, no escondo nada…
La cuestión es, ¿quién habrá dicho que anoche te asesiné? ¿Quizá fue Hugo? Por eso se fueron todos gritando. ¿De qué manera podría hacer que tu mirada se clavara en la mía? Fue una de las opciones más rápidas. Pagaría con mi vida volver atrás y sentir esa sensación tan bonita, esa sensación que me da TU MIRADA…
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