Retorcidos: Capítulo 1




Capítulo 1

Año 2027



Cuarta hora había comenzado, Thiago y Samuel se fueron entre risas. Samuel era de mediana estatura y tenía el pelo largo, Thiago, por su parte, era más alto, robusto y tenía el pelo corto. Los dos dejaron solo a Aitor, que se encontraba en el suelo del pasillo, sangrando. Aitor era alto, tenía tanto pelo como ojos marrones, era delgado y con varias heridas. Se levantó como pudo y se fue cojeando al baño para limpiarse la sangre del cuerpo.


El instituto se le había vuelto un infierno desde que comenzó bachillerato. Lo que antes eran amigos como Thiago y Samuel, ahora disfrutaban más dándole palizas por ser el favorito de Lucas, el profesor de tecnología y programación. Este profesor tenía broncas a diario con casi todos, especialmente con Thiago y Samuel, quienes pagaban su odio con Aitor, que para muchos era el favorito de Lucas.


Aitor sollozaba por el camino; la sangre le caía a montones. De pronto, su pierna, que estaba dañada, dejó de responder y Aitor cayó exhausto. El baño estaba cerca, solo tenía que bajar a la planta baja y llegaría, pero su pierna no parecía querer moverse.


—¿¡Aitor, pero qué te ha pasado!? —dijo Juliana, una amiga de Aitor. Ella corrió hacia donde estaba él.


—Han sido esos cabrones de nuevo, ¿verdad? Vamos al baño, deja que te ayude —Juliana ayudó a levantar a Aitor y lo escoltó de camino al baño.


Juliana era más baja que Aitor, siempre vestía de negro y tenía una piel bastante pálida. Era delgada y llevaba gafas. Aunque era más tímida que Aitor para hacer amistades, siempre se enfrentaba a los problemas, cosa que Aitor no hacía.


Juliana esperó fuera mientras Aitor se limpiaba. Aitor, mientras seguía sollozando, se limpiaba las heridas intentando sufrir la menor molestia posible. Una vez secas las heridas, salió a hablar con Juliana, que lo seguía esperando en la salida.

—Juliana, no sé qué hacer.


—Mira, te seré directa: sí, ese es tu puto problema. Nunca sabes qué hacer, solo te riges a aguantar. Un día de estos vas a acabar muerto, ¿lo sabes, no? Poco a poco cogen más confianza y te matarán, y lo sabes. Pensaba que eras distinto cuando te conocí, ahora nos preocupas a todos. No eres capaz de cuidarte de esos dos, y si te pasa algo peor... ¿y si tengo razón y te llegan a matar? ¿Qué hago yo?


Juliana, a pesar del enfado, no pudo evitar llorar desconsoladamente. Aitor se le acercó y la agarró del brazo para tranquilizarla. Juliana movió el brazo para quitárselo de encima y lo miró a los ojos.


—¡Déjame en paz! —gritó Juliana—. Nada más que hago es cuidar de tus puñeteras heridas, y no puedo seguir viéndote así. Paso de juntarme contigo.


—Pero, Jul, somos amigos. No quiero perderte.


—Pues lo estás haciendo. ¡Cambia, joder, cambia! Si te tengo que volver a ver sufrir, te dejaré solo. Es por tu bienestar, aunque no lo creas.


Juliana se fue secándose las lágrimas, dejando a Aitor atónito en la puerta del baño. Tras unos segundos en silencio, Aitor se puso a llorar desconsoladamente. Le hacían bullying, y, además, había perdido a una de sus mejores amigas. Se levantó y siguió con la última clase que le quedaba, ansioso por llegar a casa. Aitor no prestó mucha atención a la clase de inglés, solo deseando que todo fuera una pesadilla y que, en cualquier momento, se despertaría.



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